Una de las curiosidades que el ir de tiendas nos puede ofrecer es la observación de los maníquíes que, a veces, nos dicen mucho más de la tienda en cuestión que la ropa que llevan. Tengo que reconocer que me encanta ver las tendencias y los vaivenes estéticos que estas piezas experiementan. Recuerdo los clásicos de siempre, con pelucones imposibles de pelo de fibra y sombras de ojos azules, en poses retorcidas. Después llegaron los "minimal", como esculturas griegas blanquecinas, ellos calvos, ellas con cortes de pelo dibujados en la escayola. Años después llegaron los más juveniles y rompedores: jovencitos con rastas, negros rumbosos, chicas con pelos pintados.
Los hay también que dan miedo: mi fobia particular son los maniquíes de bebés. Intentan ser lo más realistas posible dibujándolos en poses de lloros y pucheros pero sólo consiguen crear una imagen espantosa de criaturas extrañísimas, mezcla de elfo y cochinillo.
Pero para mi desgracia, cada vez son más las tiendas que deciden no mojarse en la elección de sus maniquíes y optar por esos insulsos torsos decapitados o de cara de huevo. Pero todavía quedan joyas con las que deleitarnos. Uno de mis escaparates favoritos, que nunca falla en animarme cada vez que paso por delante, es el de la tienda de moda de caballero Juampe (Huérfanas, 22). Esto es lo que os encontrareis:
El estilo es arriesgado, lo sé, pero gana la expresividad! Qué me decís del moreno de la izquierda, con ese "pelaso", esa mandíbula cuadrada y esos labios asiliconados? Pero mi favorito es el pelirojo de la derecha. No sé qué me gusta más, si ese pelo zanahoria en verticalidad total, esas cejas depiladas o esa mueca diabólica. Ya no se hacen cosas así! Sniff.
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